¡Legionarios!
Infantería y jinetes comandados
por su Centurión se reúnen en la plaza de armas de Complutum.
En lo alto del atrio, el
emperador Gracianus Augusto señala las colinas del Gurugú como el origen de la
rebelión Germana.
Su hijo pródigo, el decurión
Sexto Pompeyo Caraballo, ha sido mal herido.
Su pequeña escuadra, durante unas
maniobras cerca de la puerta de la civis, sufrió hace pocos días un ataque por
sorpresa.
Ahora, la ciudad está rodeada por
grupos germanicos colocados estratégicamente en los altos del Gurugú, Torres,
Olmeda y Villanueva de la Torre.
EL GURUGU
La situación es tan grave, que
los alimentos han dejado de llegar hace más de una semana a la ciudad.
Al grito de: ¡IUSTITIA! …
¡VINDICTIA! Salen 5000 hombres y una mujer, entre vítores del gentío.
El ruido de los cascos de caballos
y el retumbar de la marcha de la infantería pesada, oculta el miedo a lo
desconocido que se encuentra escondido en cada uno de los montes a reconquistar.
Los germanos son pueblo de guerra
de guerrillas. Arminios, su Comandante en Jefe.
Ya fuera de la ciudad y según nos
acercamos al Gurugú, el silencio se apodera del grupo.
En cabeza Plutarcontxi es la
responsable de la primera de las reyertas.
Las flechas caen del cielo como
lluvia envenenada.
Plutarcontxi, ordena formación
tortuga, la centuria se agrupa, se protege con los escudos de los ataques
enemigos minimizando el número de bajas.
Arriba, se lucha con pasión y se
acaba con la vida de los rebeldes.
El primero de los objetivos ha
sido cumplido.
TORRES LA DURA
Decidimos pasar noche en lo alto,
antes de lo que va a ser la guerra de de todas las guerras: Torres La Dura.
Nuestro centurión Marco Antonio
Encinar, reunido con pretores de confianza de la escuadra imperial, trata sobre
la mejor de las maniobras.
De madrugada, se envían tropas señuelo.
Así, rompiendo todas las leyes de
batalla conocida, avanzan los Triarii (los más veteranos y experimentados
guerreros), los Ediles Castañus, Pedrus, Santiagum y algunos otros ordenan.
Entran, aún de noche, entre las filas enemigas, pasando totalmente desapercibidos.
Tras horas de espera y con la luz
de la luna por escolta, desde el Gurugú, salen primero los Príncipes (hombres
de edad media acostumbrados a este tipo de guerra) y detrás los Hastati (los
más jóvenes).
Filipo Vitingo y Coroliano de la Olmeda ponen un ritmo de batalla totalmente asesino, se olvidan de la formación y a base de fuerza, rompen las líneas enemigas, que están totalmente desorientadas y luchando contra los Triarii.
Por desgracia, muchos de los
Triarii, que lucharon con honor, mueren.
Cuando Filipo Vitingo y Coroliano
de la Olmeda atraviesan Torres, prácticamente se encuentran solos.
Atrás sólo se escuchan gritos de
muerte y desolación.
Se enfoca la cima de Torres la
Dura, las ordas bárbaras son numerosas.
Es justo en ese momento cuando
entran en primera línea los Hastati: Okim, Pasamari, Juankarlus y Patillorum. En
sus Equus desbrozan toda una analgama de estratagemas para destruir los flancos
del enemigo.
Aún con más sangre de venganza y
entre proyectiles de piedra envueltos en aceite ardiendo lanzados desde la retaguardia
de nuestras posiciones, Marco Antonio Encinar acompañado de Escipion Carmona
arrancan con fuerza conquistando y doblegando las tropas enemigas.
Las bajas son terribles, el
cuerpo de legionarios se enfrenta al resto de la misión con el ejército
prácticamente diezmado.
Las reservas son pocas y es
necesario descansar.
NUEVO BAZTAN
Marco Antonio Encinar, ordena una Centuria de Asalto.
80 valeroso guerreros liderados
por Okim, Pasamari y Vubillum atacan en solitario los desorganizados grupos
bárbaros desprovistos de toda defensa.
La victoria es aplastante.
A Nuevo Baztán llegan nuestras
tropas agrupadas y de nuevo en condiciones de guerra.
OLMEDA DE LAS FUENTES
Dirección la Olmeda, los Sicambrios, han montado una empalizada de 10 metros de alto, desde donde
escupen todo tipo de artillería ligera.
Apostados en lo más bajo de la
colina y protegidos por lo abrupto del terreno, durante dos días nos preparamos
construyendo Escalas, Torres móviles, Arietes y Mamparos.
Al amanecer: El ataque.
Los arqueros lanzan flechas
intentando minimizar el número de enemigos apostados, mientras las tropas de
asalto se acercan en formación. Okim y Escipion Carmona empujan la torre de
asalto a la empalizada enemiga y con el
ariete se golpea la entrada principal.
El resto intenta colocar las
escalas para ascender, es una locura, nos están machacando, los heridos crecen
en número y la efectividad de los ataques es cada vez menor.
Los pocas tropas que van quedando
en pie se colocan tras la torre de asalto a la espera del momento del ataque.
Pero, siempre hay una puerta de
atrás, Filipo Vitingo, con un reducido número de hombres, aprovecha el
desconcierto para entrar y propinar el golpe mortal.
Atraviesa los flancos y rompe las
defensas principales permitiendo que el Ariete termine de hacer su trabajo para
que el grupo, de ya pocos, destruya las defensas enemigas.
Los víveres empiezan a escasear,
los muertos y heridos se cuentan por centenas, estamos al límite.
POZO DE GUADALAJARA
Las cohortes restantes ponen paso
ligero hacia Pozo, lugar que por suerte sigue siendo dominado por la Ciudad de
Complutum.
Tras reponernos y hacer recuento,
nos damos cuenta de que a pesar de haber vencido en tres ocasiones a las tribus
germanas de queruscos, marsios, chattis ,brúcteros, usípetes y
angrivaros, no podremos sobreponernos en
Villanueva.
Desde el alto de los Santos, ya prácticamente en
retirada, vemos como en Camarma se está lanzando un ataque sin compasión contra
la villa.
Ancianos, mujeres y niños,
desprovistos de toda capacidad de defensa, están siendo masacrados a las
afueras de las murallas.
La urbe, sin sus ejércitos clave,
desplegados en nuestra contienda, sobrevive a base de jóvenes que luchan a
brazo partido sin condición de militar adquirida.
Es una tragedia.
VILLANUEVA DE LA TORRE
La venganza se palpa, los hombres
enfurecen, las pocas fuerzas que quedan se enfocan donde está el punto
neurálgico de las operaciones bárbaras.
A base de relevos, los pocos
que quedamos llegamos a Valdeavero.
No nos esperan.
Las puertas están desprotegidas.
Para ganar, deberemos lanzar un
ataque por sorpresa contra la comandancia enemiga.
Había que eliminar a Arminios.
Por suerte, conocemos estas
montañas de múltiples maniobras, por lo que en formación rápida y sin ser
vistos, entramos directamente en el territorio enemigo y, con más coraje que tropas,
la caballería e infantería restante (Astati, Principes y Triarii) dejan la poca
sangre que les queda en el campo de batalla.
Arminios, manda el grupo clave.
A base de jabalinas, lanzas,
cuerpo a cuerpo de espadas, escudos y dagas, llegamos a la cima para quitarle
la vida.
Victoriosos, sólo algunos vuelven.
Gracianus Augusto espera en el
senado.
Sexto Pompeyo Caraballo ha sido
vengado.
¡Complutum Victim!
‘Finem’.
Genio!!!
ResponderEliminarGenio!!!
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