domingo, 3 de febrero de 2013

Capítulo 1º: El deber del Indio. Sábado y Domingo, 2 y 3 de febrero.



Ocultos en la penumbra de la oscuridad, los salvajes salen de su letargo invernal,…

SÍ, la temporada de persecuciones, caza, derribo, tortura, lamentos, traidores, victoriosos y vencidos, HA VUELTO.

Los indios, sentados alrededor del  FUEGO, pipa en mano, hacha de guerra enterrada, han hablado.

El dios de la lluvia nos tiene abandonados.

Filósofos, viejos y descalzos deciden de nuevo hacer la ofrenda al gran Dios UCI.

77 pepitas de oro.

La tribu, convencida de un año de bienes por este sacrificio, sale de nuevo al unísono.

Los caballos son más viejos que el año pasado, el valor de sus monturas mantiene su alter ego  eterno.

Aquí, los pieles rojas, degustan con placer el cortar cabelleras entre llanos, descensos, montañas y ríos.

Sábado.

El humo discontinuo se divisa a lo lejos, las hordas pintadas de guerra abandonan mujeres e hijos a su suerte.

La salida tranquila es sólo molesta por el Viento en contra que impera en las llanuras.

La cabeza de esta serpiente, coloreada de rojo, no se deja intimidar por los primeros repechos.

Sólo a la altura de Camarma es cuándo se desatan las hostilidades.

Aburridos de la Salsa Brasileña nos metemos con el Habanero Mexicano.

Ritmo, potencia, viento en contra y metro a metro, los oxidados indios del invierno, empiezan a pedir clemencia.

Delante, Eolo, no deja escuchar el desgarro humano que se está produciendo.

A la altura de Galápagos, sin flechas y recubiertos de la sangre de la batalla, sólo quedan 5.

Los caballos relinchan doloridos.

Se retoman fuerzas.

Alcohol de maíz sirve para curar las heridas.

El retorno a casa se complica por la falta de sintonía, una parte de la caballería se pierde en los montes de Sotolargo mientras otra, sigue la senda pintada por la Vía Láctea cerca de la Estrella Polar.

Mujeres e Hijos, a su suerte, han encontrado otros guerreros.

Domingo.

El deber de todo guerrero: Salir de casa con los deberes hechos.

La normativa de la tribu nunca ha remarcado este fundamental artículo en sus rupestres pinturas.

Los deberes del Guerrero no se hacen en medio de una batalla a 35 km/h con viento en contra.

Sin ritmo, sube y baja, busca a uno, ¿dónde están los otros? ¡Un poco de orden por Dios!

Aprovechando la coyuntura, no se para de hablar de la situación del pueblo, sigue sin llover,…

El Guerrero, deberes hechos, se reincorpora a filas.

Desde Chiloeches hasta Valdeavero, la velocidad es brutal, no se deja de forzar la máquina hasta la parada, las cabezas van rodando de una en una en las posiciones posteriores.

Tras el café, más de lo mismo, escapada en los últimos kilómetros y sprint en el puente de Alcalá.


Caballo Loco,... hasta otra.

JC, V´13

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